La plaza de la Estación de Cerdanyola nació con la construcción de la línea de ferrocarril Barcelona-Zaragoza a mediados del siglo XIX. Dicha plaza era el lugar de parada de diferentes sistemas de transporte. Durante el siglo XIX era el lugar de salida de las diligencias que llevaban los viajeros hasta la vecina Sant Cugat y los coches de caballos que llevaban los veraneantes hasta sus torres. A partir de comienzos del siglo XX acogió el servicio de tartanas de Jaume Grau y ya más tarde, autobuses y taxis, hasta hoy. Por aquellas fechas, Jaume Sala abrió un local de venta de bebidas y víveres que más tarde, se convirtió en la taberna conocida popularmente como Can Salla. Ahora con el paso de los años, aquel lugar tranquilo y abierto se ha convertido en un espacio cerrado, rodeado de modernos edificios y con un continuo movimiento de viajeros y transeúntes.
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